“Obituario” a Miguel Gutiérrez Carbonel (Por Manuel-Jesús Dolz Lago)

OBITUARIO
A Miguel Gutiérrez Carbonell, teniente fiscal jubilado de Alicante.
Por Manuel-Jesús Dolz Lago
Fiscal del Supremo.

Por la prensa he tenido conocimiento de la muerte inesperada de Miguel, debido a un infarto de miocardio. El 14 de octubre de 2004, cuando se le dio el homenaje por su jubilación, ante la imposibilidad de asistir personalmente le escribí estas notas, que fueron leídas en dicho acto. Tanto Miguel Gutiérrez como Miguel Miravet han sido grandes fiscales porque tenían también el espíritu de otro gran poeta homónimo de ellos, Miguel Hernández. Como recuerdo a Miguel Gutiérrez quiero reproducir mi nota de su jubilación, tan actual como imperecedera, aunque resulte paradójico lo de «salud y larga vida», él sabe que siempre le tendremos presente y vivirá en nosotros mientras le recordemos. De nuevo, «salud, compañero».

«Querido Miguel:

Por razones familiares no puedo acompañarte en este acto de homenaje con motivo de tu jubilación, en el que me hubiera gustado estar para darte un fuerte abrazo.

Como te he expresado personalmente ¡que te voy a decir!, Miguel, tantos años en la brecha compartiendo ideales y acciones de la Fiscalía a favor de los débiles y en contra de los poderosos, como también nuestro llorado Miguel Miravet.

De ti se pueden decir tantas cosas buenas que es imposible resumirlas en unas líneas. Estuvimos en épocas distintas en el mismo destino, Lleida, que recuerdas como «tierra entrañable de tiempos malos y recuerdos buenos» en un libro que me dedicaste cuando yo era, según tus palabras, «combativo Jefe de Lleida», ya en esta democracia de claroscuros.

De tu obra quiero destacar tu precioso libro rojo sobre Miguel Hernández que guardo como un tesoro y recordarte el fragmento del poema de Miguel, también Miguel como tú, que citas en el libro, para que no lo olvidemos nunca y nos sirva de estímulo porque personas como tú son ese rayo a que se refiere el poeta.

«…Pero hay un rayo
de sol en la lucha
que siempre deja
la sombra vencida»

Salud y larga vida.
Un abrazo muy fuerte de tu amigo y compañero»

“El movimiento obrero siempre estará en deuda contigo, camarada Miguel” (Por Bernat Sirvent, 22-06-08, La Verdad)

«El movimiento obrero siempre estará en deuda contigo, camarada Miguel»
(22-06-08, La Verdad)

El funeral cívico por el ex teniente fiscal Gutiérrez Carbonell destiló hermosura, palabras humanas y hasta la lírica apareció El tanatorio se desbordó de familiares, amigos y Judicatura

BERNAT SIRVENT. En el funeral no religioso por el ex teniente fiscal de la Audiencia Provincial, Miguel Gutiérrez Carbonell, fallecido al filo de la medianoche del pasado jueves, se escucharon ayer palabras hermosas, nada jurídicas y hasta líricas. Pero la que más se oyó entre los intervinientes, familiares y amigos fue una: la del compromiso social de un hombre de bien, pese a pertenecer a lo que se conoce como judicatura.

No cabía un alfiler. Faltaban quince minutos para que diera comienzo el acto cívico para despedir al respetado finado, conocido como el fiscal rojo por su indisimulada afinidad con el Partido Comunista y por su firme e inquebrantable defensa de los derechos de los trabajadores, y la capilla del Tanatorio La Siempreviva de Alicante estaba a rebosar.

Antes, se habían acometido diversos cambios en la escenificación. La capilla se había desprovisto de cualquier símbolo directamente relacionado con la religión, en este caso con la católica.

Tras una breve presentación y agradecimiento en nombre de la familia por parte de José Miguel Gutiérrez, hijo del venerado fiscal, llegó una hora de las sinceras lisonjas.

Allí estaba el magistrado, y siempre amigo del fallecido, Faustino de Urquía. Destacó de Miguel sus «grandes y firmes convicciones, porque nunca ocultó que era comunista y republicano, incluso en tiempos difíciles para su profesión lo asumió». Lo calificó como un «obrero del Derecho, porque su instrumento de trabajo era la ley». De él destacó que en la judicatura no es necesario saber mucho Derecho, «sino tener el valor de aplicarlo».

El juez dijo que, pese a que «algunos asuntos conflictivos le pasaron factura personal, nunca miró hacia otro lado». Aseguró que, entre los poderes políticos y económicos, «no gustaba su mirada imparcial, además tenía una mirada poliédrica». Sintetizó su dedicatoria con que «Miguel era una persona entrañable, era imposible no quererlo». Como el resto de discursos, no tuvo el aplauso de los amigos y presentes, que no pudieron reprimir una larga ovación al final del acto. Tras De Urquía tomó la palabra López Coig, actual teniente fiscal y responsable de Salud Laboral, como lo fue Miguel. Empezó en términos hernandianos, poeta de cabecera del finado: «Ha muerto como el rayo…». Destacó de él su bondad, solidaridad, implicación con el pueblo, inquebrantables convicciones, vitalidad o finísimo sentido del humor. Subrayó que la clase trabajadora le debe a él su preocupación constante por la prevención de riesgos: «A él le debemos el cambio de concepción en la judicatura por los delitos contra los trabajadores, incluso sin mediar un siniestro». «Me repetía que los empresarios y profesionales que no garantizaban a los trabajadores la seguridad laboral eran delincuentes, de cuello alto, pero delincuentes al cabo», dijo López Coig, con voz siempre entrecortada por la emoción del momento.

Coherencia

Y llegaron las palabras también entrañables de Felipe Briones, que tampoco pudo disimular sus lágrimas al final de una larga despedida lírica: «Descansa junto al mar», le deseó a Miguel. A continuación, intervino Antonio Martín Lillo, por el PCE: «Se ha truncado tu proyecto vital, pero no muchos de los que has puesto en marcha», le dijo a él, en tono de recordatorio par los presentes, para a continuación, y en línea con los que le antecedieron y le sucedieron en el acto, destacar su proyección social: «El movimiento obrero de Alicante está en deuda contigo, camarada».

La bonhomía y la coherencia personal fueron dos valores destacados en el acto. También por el portavoz local de la Comisión Cívica por las Recuperación de la Memoria Histórica, Enrique Cerdán Tato. «Era una persona incapaz de disgustarse con casi nadie, salvo con el que fura fiscal general del Estado», recordó. Al acto no faltó la Síndica de Greuges, Emilia Caballero; el decano de los abogados, Mariano Caballero; el fiscal jefe del TSJ, Ricard Cabedo; el de la Audiencia Provincial, José Antonio Romero; la edil socialista Sánchez Brufal; el portavoz de PIC, Manuel Alcaraz; o los sindicalistas Paco Velasco y Salva Roig, de CC OO. Miguel recibió una larga ovación.

Adios a nuestro compañero Miguel Gutierrez

“UN FISCAL ATÍPICO Y SUBVERSIVO”
(21-06-08, Las Provincias)

 

ÁNGEL BARTOLOMÉ, ALICANTE. La imagen de profesor despistado que siempre le acompañó dejaba ver a un hombre muy inteligente, trabajador y profundamente de izquierdas. Miguel Gutiérrez Carbonell, cuyo hermano hermano era constructor de hogueras, dedicó su vida al Derecho. Primero como oficial, luego como secretario y finalmente como fiscal. Gutiérrez era una persona inquieta, compleja, que escribía ensayos sobre Derecho o publicaba el proceso al poeta Miguel Hernández.

Luego estaba su faceta pedagógica. Buena parte de los fiscales y magistrados de Alicante que rayan los cincuenta, tuvieron al fiscal Gutiérrez como preparador, faceta a la que dedicaba buena parte de las tardes. Por la mañana era fácil verle en su despacho de la Audiencia, al final del pasillo de la Fiscalía, puerta con puerta al del fiscal jefe.

Gutiérrez se autodefinió como hombre de izquierdas un día en que desde el Ayuntamiento le tildaron de fiscal rojo. Pero no fue hasta el discurso con el que cerró su cena de jubilación cuando se presentó como «fiscal atípico, poco apegado al concepto funcionarial, subversivo e indisciplinado en épocas pasadas».

Es difícil pensar que un hombre que en los últimos años paseaba a su nieto por el paseo del Postiguet con su habitual parsimonia hubiera sido un subversivo. Pero lo cierto es que sí que estaba muy distante del concepto de funcionario habitual. Trabajaba fundamentalmente en casa. Las mañanas en la Audiencias las perdía en llamadas telefónicas y visitas. Sus perfectas calificaciones fiscales, bien escritas y sus maravillosos informes finales en las vistas orales eran deliciosos.

Fueron muchos los estudiantes o abogados que acudían a los juicios simplemente para escucharle. Algunos le echaban en cara que parecía un sacerdote en una homilía. No les faltaba razón. Pero era un hombre tan sabio, tan solidario, tan justo, que era una gozada escucharle.

Escribió el ensayo jurídico Proceso y expediente contra Miguel Hernández, pero redactó también, junto con el catedrático de la UNED Enrique Gimeno Sendra el borrador de la Ley del Jurado Escabinado por encargo del entonces ministro de Justicia, Fernando Ledesma. Él, un demócrata convencido, era partidario del jurado mixto, compuesto por ciudadanos y juristas.

Su carácter se podía ver en su forma de trabajar: siempre con la puerta abierta. Su didáctica forma de hablar permitía sintetizar de modo admirable cualquier farragoso concepto jurídico.

Era un hombre sencillo que solía coronar el trabajo de la mañana con un vaso de vino con su amigo de siempre el magistrado Faustino de Urquía.

Destapó un caso de corrupción judicial en la Audiencia de Alicante en 1986 ya como teniente fiscal. En los últimos años de su carrera como funcionario asumió el cargo de fiscal encargado de la lucha contra la siniestralidad laboral.

Sus inicios en el Derecho empezaron en 1957 como oficial de sala. En 1962 fue nombrado secretario general de la Audiencia de Alicante y al acceder a la carrera fiscal fue destinado a Lleida, donde fue jefe dos años. En 1976 regresó a Alicante, ciudad que ya no abandonaría hasta su jubilación en 2004. Era por supuesto miembro de Justicia Democrática, desde mucho antes que esta asociación de juristas progresistas fuera legalizada. «De ahí que se autocalificara como un fiscal subversivo e indisciplinado».

Era un fumador clásico. De los de puro y pipa. En los descansos de los juicios corría a su despacho en busca de un habano. Era pues un hombre fácil de encontrar, sobre todo para los periodistas, a los que siempre trató con una educación que sólo una persona tan respetuosa como él podía dispensar. Gutiérrez deja a sus familiares, amigos y compañeros y a sus alumnos el amor por el Derecho, la pasión por la solidaridad y el trabajo por una sociedad más igualitaria.

Era un hombre culto, preparado y valiente. Nunca ocultó sus ideas ni en el franquismo ni en la restauración democrática. Algunos le llamaban radical pero era un hombre sencillo, trabajador que a través de la ley quiso mejorar el mundo.

Adios a nuestro compañero Miguel Gutierrez